Cuatro cortes de Cerdo Americano que no son costillas y que puedes integrar en la carta de tus restaurantes

En Estados Unidos, país de origen del cerdo americano, el corte de este animal que de manera más recurrente se sirve en restaurantes, es el consagrado tocino. Alrededor de la Unión Americana le siguen en preferencia las costillas, grandes protagonistas de los menús de barbecue y otras comidas tradicionales en aquel país.

 

Sin embargo, el cerdo americano es mucho más que tocino y costillas. Te presentamos cuatro cortes de cerdo americano diferentes que puedes integrar en la carta de tu restaurante para enriquecer su oferta gastronómica.

 

Cabeza de lomo

No confundir con el lomo. Aunque esta pieza también proviene de la parte superior del cerdo, está mucho más pegada a la cabeza del animal. Contiene también una cantidad moderada de grasa, por lo que podemos esperar más jugo y sabor. Por esta razón se lleva muy bien con salsas: si tenemos en mente un platillo donde queremos que el comensal limpie el plato con un pedazo de pan este corte puede ayudarnos a marcar el camino. 

 

Chuleta

También conocido como tomahawk de cerdo, un corte que ofrece estética en el plato. Proviene de la zona lumbar del cerdo. Funciona muy bien al sartén y es un buen comienzo para contarle al comensal que el cerdo, cuando proviene de procesos confiables como los que integra la carne roja americana, también puede comerse término medio.

 

Lomo

Un corte magro que proviene de la parte superior del cerdo. Es la parte que está junto al espinazo y bajo las costillas del animal. Una pieza que contiene poca grasa y que prácticamente es pura proteína. Muy útil para preparaciones al horno, braseados o para momentos en los que se busca llevar a la mesa un platillo grande para compartir entre varios. En cocina mexicana fácilmente se le puede integrar como protagonista de adobos y moles.

 

Pork belly

Aunque en definitiva este es un corte que ha estado muy de moda en la restauración mexicana durante los últimos diez o quince años, las posibilidades de presentarlo de otras maneras aún están ahí. Este corte del cerdo que, como su nombre lo indica, proviene de la panza tiene gran aceptación entre el comensal mexicano, familiarizado con él vía los tacos de carnitas. Su alto contenido de grasa invita a hornearlo, dorarlo o a convertirlo en crumble. Se lleva bien con vegetales frescos y medios ácidos que ayuden a balancear la untuosidad.

 

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